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Venecia: La pequeña doncella vestida de agua

El rey vespertino agita su melena y salpica de un tímido fulgor las góndolas que cabalgan en las aguas. En el sitio de embarque, los rostros de los turistas se dejan acariciar por dorados intensos. Es sublime subirse en estas barcas para pasear por las aguas provenientes de los ríos Po y Piave. De hecho, es lo primero que debe hacerse después de alojarse y salir a las calles para acoplarse a la cotidianidad italiana.

El Palacio Ducal, uno de los más emblemáticos, residencia del dux o magistrado supremo en la antigua república, se roba las miradas. La verdad, es difícil mantener la atención en un punto fijo y no sumergir la vista en el mar arquitectónicode la ciudad. El ojo del foráneo cae rendido ante la estética del Puente de Rialto, la librería Acqua Alta, la Plaza de San Marcos y el barrio de Dorsoduro.

Mientras aquello acontece, una muchedumbre discreta cruza uno de los emblemáticos puentes de la ciudad para llegar a su destino. Ubicados estratégicamente para no imposibilitar el paso, Los músicos locales son un agasajo para el oído, mientras los comensales se deleitan con la gastronomía típica.

SANTA MARÍA DELLA SALUTE

La iglesia de Santa Maria della Salute es uno de los lugares más simbólicos de Venecia. Templo característico del barroco italiano, su historia narra la represión de un pueblo, el reinado
de la peste, el temor a la muerte y la llegada del renacimiento y la esperanza.Una luz en medio de la oscuridad ideológica de aquellos tiempos.

Santa María della Salute se levanta como muestra de todo lo que nunca deseó ser. Y es que, efectivamente, un día Venecia dejó de brillar. Sus canales no permitían la entrada de nada nuevo y mucho menos permitían la salida.Hubo un momento en que la ciudad de las máscaras, la ciudad que encontró su lugar bajo la aquiescencia del mismo mar, solo fue silencio, oscuridad, ausencia, vacío, muerte.

La Basílica es la esperanza de la luz que iba a volver, aun cuando durante muchos días y muchas noches, la más absoluta negrura se creyera dueña de Venecia. Es el triunfo sobre la muerte, a un precio muy alto, altísimo. La peste casi acaba con la vida de la ciudad, pero la realidad fue que la peste se fue y dejó a Venecia, si bien diezmada, aún viva.

Henry James la comparó con “… una gran señora en el umbral de su salón…”. Quizá porque efectivamente está en las puertas de la misma ciudad, quizá porque tiene el porte de una gran señora y la bondad de una madre al rescate de sus cachorros.

En Venecia, la góndola es emblemática. Su creación sucede en la Edad Media: su fondo casi plano permitía la fácil navegación por los canales de la ciudad.

Fotos: Alberto E. Tamargo

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