Por: Salvatore Laudicina
Foto: Hervas Archer @hervasarcher
A la distancia, separados por un muro intangible, construido sutilmente por la tecnología, ella en España y yo en América, María del Mar Gómez Saura despide el perfume propio de las mujeres anónimas que habitan detrás del éxito y la popularidad.
Huele a pies en la tierra, imperfección, perseverancia, inteligencia y disciplina. Mezcla interesante de fragancias intrínsecas que no pasaría inadvertida para Pedro Almodóvar, si se encontrase con esa mujer de ojos profundos y determinación inquebrantable en algún restaurante de Madrid o su natal Barcelona.
De seguro, sería una de sus próximas musas porque lo que fascina de Saura no es su belleza física. Sería injusto enfocarse en la armonía de sus rasgos o la simetría de sus curvas, cuando hay un territorio de experiencias y aprendizajes que merece ser explorado.
Para el periodista amante de las buenas historias, es apasionante y excitante a la vez adentrarse en un mundo insospechado donde pueden encontrarse cosas inesperadas que dejan de lado las respuestas clichés y las expectativas predecibles. Vale la pena arriesgarse.
Portada
“Con el paso de los años, te das cuenta de que lo más importante es mirarte al espejo y estar a gusto con la persona en la que te has convertido. Conocerte, quererte, aceptarte, amar tus errores y no juzgarte. Aunque pertenezca al mundo del entretenimiento, soy una mujer con defectos, miedos e inseguridades. La fama y la popularidad no te eximen de librar batallas y enfrentar desafíos”.
Es así como las palabras comienzan a entretejer una conversación que, sin ser rígida ni acartonada, no pierde la formalidad propia de la entrevista. El tiempo se extingue y hay interrogantes ansiosos por respuestas en esta tarde de verano.
“La fama y la popularidad no te eximen de librar batallas y enfrentar desafíos”
El viento de sus alas
Acostumbrado a Mar Saura, la célebre, es difícil evitar la ráfaga de portadas de revistas y fotografías de alfombras rojas en el hemisferio derecho del cerebro, mientras el izquierdo decide a último momento cambiar el derrotero y elaborar una pregunta estratégica para María del Mar, la mujer común y corriente. Esa que rompe el hielo y crea una atmósfera agradable y confiable.
Frases que se arman y desarman, por un lado. Imágenes de la mujer bella y exitosa, por el otro. Titubear se hace un pecado a medida que los minutos se diluyen en la costumbre de buscar la perfección. De pronto, su madre se convierte en la superheroína que salva al protagonista masculino de un filme hollywoodense.
“Mi gran inspiración ha sido y es ella. Es mi gran consejera, el viento de mis alas”, dice con orgullo. Tras un par de respiros sutiles, retoma la palabra para obsequiarle un nuevo agradecimiento. “Sin ella estoy absolutamente convencida de que no habría podido lograr muchos de mis sueños”.
Renunciar a la aprobación, amar el balance
Los silencios mutuos se dejan llevar fugazmente por la pasión del momento. Tal atracción denota el surgimiento de una empatía momentánea entre dos extraños que se conocen por los azares del destino.
Tras el beso intangible pero erótico de dos sonoridades implícitas, las palabras retoman su poderío para proseguir con la expedición. Por los gestos de su rostro María del Mar se siente plena, emancipada de yugos mentales y autoexigencias.
Podría decirse que entre ella y Mar Saura existe un pacto sagrado donde las críticas que se la hacen a la figura pública no irrumpen el bienestar de la mujer anónima. Aunque este pacto no se menciona, se percibe en el desenfado de sus respuestas y la sonrisa que se asoma sin mayor esfuerzo.
“Estoy en una etapa de mi vida donde lo que realmente me importa es estar bien conmigo misma, disfrutarme como persona y gozarme a mis hijos. La aprobación no es una necesidad”, confiesa. “Sufrir por lo que otros digan de tu físico o tu persona, es irrelevante. Vivo muy a gusto con un cuerpo y una personalidad que no son perfectos, pero son sinónimo de salud, fuerza y vitalidad. Eso es una gran bendición”..
Privilegiar lo trascendente
En ese pacto sagrado que existe entre ella y su yo famoso, la maternidad es innegociable. Es ahí donde María del Mar encuentra remanso y gozo. Regalos que compensan los sacrificios de Mar Saura, esa a la que todos admiran y aplauden.
“Es tremendamente difícil que la madre y la celebridad lleguen a un acuerdo. Con los años, he aprendido a establecer prioridades y dejar de lado muchos proyectos profesionales por mis hijos. Ellos son lo más importante en mi vida”.
La Saura actriz y el cine: un binomio perfecto
Generosa, María del Mar decide cederle unos minutos a la Saura actriz para conversar de su participación en el filme mexicano Retrato de Familia, comedia dirigida por Adrián Zurita.
“Mi personaje es una pintora que se ha dado cuenta de que está desconectada de su familia. A través de una serie de acontecimientos muy divertidos, vivirá situaciones que harán que se acerque y conozca mejor a sus seres queridos. No veo la hora de verla en la pantalla grande”.
Gratitud y vanidad: la clave del envejecimiento
No le asusta en lo absoluto abrazar la madurez. Para ella, el paso de los años es amigo entrañable de la sabiduría. Pero deja en claro que envejecer no debe ser un sinónimo de ocaso estético.
En el interés de contribuir a que las mujeres alimenten su autoestima con una vanidad saludable en esta etapa, descansa la razón del proyecto empresarial Ocean by Mar Saura, línea de cosméticos veganos que humectan y rejuvenecen la piel.
“Envejecer es una ley que debemos disfrutar con gratitud y autoestima.Es maravilloso tener el privilegio de tener larga vida, pero eso no implica tener una piel marchita. Hay que resignificar ese pensamiento que nos sepulta la vanidad y el cuidado personal. Mi proyecto empresarial tiene una misión muy clara: cuidarnos por fuera y amarnos intensamente por dentro”.
Claroscuros sabios
Tras media hora de diálogo, los minutos vuelven a diluirse en la costumbre de buscar la perfección. El hemisferio izquierdo del cerebro busca afanosamente la pregunta final, magistral e idónea para ponerle fin a la entrevista. Tras varios intentos fallidos, la propia Saura obsequia la respuesta de ese interrogante anhelado.
“Trabajo para encontrarme tanto en las luces como en las sombras. Tengo muchos claroscuros. Soy perfectamente imperfecta y eso es algo maravilloso porque me empodera como mujer. Tanto la Mar pública como la Mar privada son necesarias para convertirme en un ser humano pleno y orgulloso de su historia”.
Pronunciada la última frase, vuelvo a sentir el perfume propio de las mujeres anónimas que habitan detrás del éxito y la popularidad. Algún día, esa fragancia llamará la atención de Pedro Almodóvar en algún restaurante de Madrid o Barcelona.
Entonces el fascinante universo íntimo de María del Mar Gómez Saura se robará la atención del director, restándole interés a la belleza rutilante de Mar Saura, su yo famoso, en esa escena casual, y la mujer detrás de la celebridad se ganará el casting para ser la protagonista de una de sus películas.
Almodóvar es amante empedernido de las personalidades atrayentes y no la dejará escapar. De eso no tengo duda.
¡Un mujerón imparable!
Nacida en Barcelona, Mar Saura comenzó su carrera como modelo en pasarela y como protagonista de importantes campañas de publicidad a nivel nacional e internacional, como la campaña mundial de Bulgari para “Save the Children”, en la que fue retratada por el prestigioso fotógrafo italiano Fabrizio Ferr.
Tras finalizar una sólida e importante carrera como modelo, Mar Saura siguió colaborando con grandes diseñadores a la par que pasó a la pequeña pantalla, como presentadora y actriz.
En 2009, la actriz viaja a México para grabar “Capadocia”, serie líder en audiencia en toda Latinoamérica. Ese mismo año, el director Antonio Serrano, la elige para formar parte del reparto de la película “Hidalgo Moliére”.
Actualmente, además de su trabajo como actriz y modelo, es la imagen y directora de importantes campañas publicitarias en España.
