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LOURDES STEPHEN : LA TRAVESÍA DE UN ÉXITO GANADO A PULSO

Como cualquier inmigrante latina, llegó a los Estados Unidos con un equipaje de sueños por cumplir. Hoy, después de recorrer un camino donde los retos han sido una constante, es una de las conductoras del programa Al Rojo Vivo de Telemundo. Una charla con la mujer, la madre, la periodista y la orgullosa hija de República Dominicana.

Por: Salvatore Laudicina
Fotos portada: Alberto E. Tamargo

La vivacidad de Lourdes Stephen impregna el estudio del programa Al Rojo Vivo de la alegría veraniega que poseen los dominicanos. Sumado a eso, su voz suena tan cadenciosa como un merengue de Juan Luis Guerra. En ese acento caribeño, las palabras adquieren una sonoridad pegajosa pero agradable al oído. Como periodista, mi propósito es escuchar lo insonoro pero estruendoso en la felicidad y el éxito de Stephen. El eco de una disciplina inquebrantable suena como un trueno en el tímpano.

“Siento que me he preparado toda mi vida para estar aquí. Me siento muy agradecida con Telemundo por abrirme las puertas y darme la oportunidad de estar en el programa. Es un sueño hecho realidad”, afirma.

Es inevitable para quien pregunta, imaginar a la Lourdes adulta y a la Lourdes adolescente en tablando un diálogo plácido, sentadas en una las bancas del emblemático Parque Colón de Santo Domingo, degustando dos helados de Morir Soñando, hechos con naranja y crema, típicos del país caribeño.

En esa plática, la Lourdes triunfadora le cuenta a la adolescente de último año de secundaria, estudiante del Instituto San Juan Bautista, quien ni siquiera imagina lo que le depara el futuro, el infinito poder de la fe, la confianza en sí misma y el carácter para patearle el trasero a las dificulta- des y los miedos internos.

“Decir que la vida es sencilla y que todo es felicidad, es mentira. En lo personal, agradezco los momentos difíciles y los desafíos porque son necesarios para descubrirte como ser humano. Pretender que todo sea perfecto y maravilloso, termina por negarte la posibilidad de reinventarte y crecer”.

Faltan treinta minutos para salir al aire. Stephen abandona el coloquio y repasa meticulosamente sus textos. Subraya lo importante, ensaya varias veces una de las noticias del día, busca afanosamente el tono de voz adecuado. La pasión y el respeto a su oficio inundan el espacio. Basta con verla a los ojos para afirmar que se ganó con creces su lugar en uno de los programas más vistos de la televisión en los Estados Unidos.

LA SIEMBRA DE UN SUEÑO EN REPÚBLICA DOMINICANA
Si uno tuviese que buscar en el diccionario un sinónimo de Lourdes Stephen, sólo encontraría una palabra: perfeccionismo.

Define su proyecto de vida como una siembra en la que los frutos son el resultado de la educación, la paciencia y la entrega.

Quienes han seguido de cerca su trayectoria, pueden dar fe de que estudió Comunicación Publicitaria en la Universidad Iberoamericana y posteriormente viajó a Boston para cursar una maestría en periodismo.

“La educación ha sido una parte fundamental de mi vida y eso es algo que agradezco muchísimo. Gracias al conocimiento, he crecido como mujer y profesional”.

PRIMERAS HUELLAS

En 1998, don Claudio Stephen, su padre, le ayuda a obtener una oportunidad como reportera del noticiero TVC. Un año después, su talento es la llave que le abre las puertas del periódico El Siglo para escribir una columna. La vida le sonríe gratamente en aquel 1999. Pero ella, con los pies en la tierra y las ganas de comerse al mundo en las nubes, es consciente de que aún falta mucho camino por andar y mucho por aprender.

Fue entonces cuando decidió migrar a los Estados Unidos para pro- seguir con su formación académica y seguir creciendo como profesional.

Si algo tenía en claro es que no estaba dispuesta ser una más. Estaba decidida a ser una excelente periodista. Se lo había prometido a su padre, pero principalmente a Lourdes, la perseverante imbatible.

APRENDER PARA CRECER, UN ANHELO CONSTANTE

Mientras recuerda sus días de estudiante de maestría de periodismo en la Universidad de Boston, la mente no deja de pensar en una canción de Jhonny Ventura en su reproductor de Mp3 y un generoso pedazo de pudín de pan en su habitación, para sobrellevar el frío y la lejanía de su país en aquellos días del 2000.

“Boston es una de las ciudades más académicas del mundo. Estudiar allí fue un privilegio y un placer”, dice con añoranza.

No hay que ser alguien cercano a Stephen para darse cuenta de su amor por aprender para crecer y reinventarse como profesional.

Basta con verla sumergida en el libreto del programa de hoy, pendiente hasta del más mínimo detalle, al punto de investigar en Internet un concepto que desconoce, buscando afanosa- mente el tono de voz más sobrio para darle credibilidad a las noticias del día.

Pretender que todo sea perfecto y maravilloso, termina por negarte la posibilidad de reinventarte y crecer”

PRIMER IMPACTO, LA ESCUELA PRAGMÁTICA

En esa ráfaga de momentos inolvidables, Stephen se reencuentra con la confianza que le vistió el pulso en 2003 para tomar el micrófono en su primer día de trabajo como corresponsal nacional e internacional de Primer Impacto (Univisión).

“El periodismo es una escuela constante. Lo que se aprende en el ejercicio, frente a la cámara, es como estar en otra universidad. Fueron años maravillosos que atesoro profundamente”.

UN DESAFÍO LLAMADO SAL Y PIMIENTA

Tras más de una década recorriendo el sendero del periodismo informativo, un reto toca a la puerta de Stephen en 2011: ser conductora del programa de farándula y entretenimiento Sal y Pi- mienta. Aquello equivale a empezar de cero, pero con un acervo meritorio.

“Cuando tu línea periodística ha estado ligada a los temas de actualidad nacional e internacional, un programa de espectáculos te saca de tu zona y te obliga a conocer un universo completamente desconocido. No fue nada fácil, no eran temas que me generaran emoción. Pero ese tipo de retos son los que te permiten ser un profesional integral y mostrar la disciplina adquirida con los años”.

LA ALUMNA DE MICHAEL VÍCTOR

En el presente de Lourdes Stephen, hay un maestro imprescindible: Mi- chael Víctor, su hijo de 7 años. Aunque bajo de estatura, es un gigante bona- chón. Un beso y una caricia suyas son suficientes para agradecer a Dios por el privilegio de ser madre.

“Ser madre es lo más hermoso que me ha sucedido. Mi hijo llegó para com- pletarme y enseñarme el significado del amor incondicional. Soy muy bendecida por tenerlo y verlo crecer. Su sonrisa es mi mayor recompensa”.

Lo que más deseo es que cada día, más latinos alcancen su sueño en este país y mejoren su calidad de vida. Somos gente trabajadora que no se rinde ante las adversidades

LOURDES, UNA DOMINICANA EN CONTRA DEL FEMINICIDIO

La alta tasa de feminicidios en su país, le parte el alma en dos. Como dominicana, se estremece frente a las cifras. Según el Observatorio Político Dominicano de Funglode, 58 mujeres fueron asesinadas por sus parejas en 2022.

“Es algo que te desgarra el corazón. La única manera de acabar con este flagelo, tanto en República Dominicana como en otros países de Latinoamérica, es la educación en el hogar. Le estoy enseñado a mi hijo el valor de respetar y cuidar a una mujer. Como padres, tenemos una responsabilidad con el futuro de nuestras sociedades”.

UNA GRATA EXPERIENCIA

 En el estudio de televisión, la camaradería entre mujeres es notoria. Cada una posee un rol relevante dentro de la producción de Al Rojo Vivo. Stephen no escatima en elogios para sus compañeras. Desde las maquillistas hasta Jessica Carrillo, su compañera de set, merecen su admiración y respeto. Sus palabras derriban el mito de esa competencia y rivalidad que socialmente caracterizan al sexo femenino.

“No puede negarse que generalmente puede haber rivalidades entre mujeres. Pero, en mi caso personal, he tenido la fortuna de trabajar con grandes profesionales a las que aprecio profunda- mente. Y yo, siempre me enfoco en el trabajo en equipo y la unión. Históricamente, hemos demostrado que unidas somos más fuertes para luchar por nuestros derechos”.

EMPODERAR A OTROS CON LAS HUELLAS DEL CAMINO

Silencio fugaz. Stephen se levanta un momento del sofá, lugar elegido para la charla, y le pide amablemente a Alfonso, encargado del teleprompter, la revisión de los textos en la pantalla.

Las palabras corren como una liebre. Ellas las alcanza velozmente con sus pupilas y las lee con fluidez. Su tono de voz transmite confianza, veracidad.

De pie, como si ya estuviese al aire, su postura corporal deja entrever a una mujer amante de la enseñanza. Las manos hablando a su manera entre ellas, el torso erguido, las piernas le- yendo la distancia de los pies para mantener un equilibrio ideal. Es inevitable preguntarle por la posibilidad de un futuro como maestra.

“Me veo en unos años en el mundo académico como profesora o tallerista. Amo enseñar. Es una faceta que deseo explorar. Quiero compartir mi experiencia con los estudiantes de periodismo para contribuir a su formación y que les sea útil para alcanzar sus metas profesionales”.

SUEÑO AMERICANO: MITAD SUERTE, MITAD PERSISTENCIA

La adrenalina es arrolladora y el movi- miento es una constante. El equipo de producción va de un lado a otro. Revisa hasta la saciedad las cámaras, los micró- fonos de Stephen y Carrillo, las luces.

Sonriente, Lourdes repasa una vez más sus textos en el teleprompter. Sí, es la misma joven apasionada que inició su camino en República Dominicana. Unos años más, nuevas experiencias y un sueño cumplido en un país de oportunidades y retos donde muchas mujeres latinas, igual de emprendedoras, aún no lo hacían realidad.

¿Suerte? ¿Privilegio? ¿Las dos? No podía dejarla ir sin cuestionarla. Su éxito, ganado a pulso, invita a una re- flexión sobre un tema visto desde distintos ángulos y perspectivas.

“Alcanzar el sueño americano en este país no es fácil. Sí, hay un cierto porcentaje de suerte. Pero también hay mucho esfuerzo y preparación. Siempre he pensado que uno debe prepararse para aprovechar las oportunidades. Mi disciplina y profesionalismo me permitieron llegar aquí. Me ha costado hacer mi nombre en los Estados Unidos, pero sí es posible. Lo que más deseo es que cada día, más latinos alcancen su sueño en este país y mejoren su calidad de vida. Somos gente trabajadora que no se rinde ante las adversidades”.

Falta poco para salir al aire. Todos se ubican en sus lugares para esperar la señal. Stephen me da las gracias y se acomoda rápidamente en su lugar. El calor caribeño en su voz hace tolerable el frío del estudio.

Seguramente, sentado frente al televisor, algún paisano la espera para decir con orgullo que ella es la hija de don Claudio y doña Lourdes, la colegiala del Instituto San Juan Bautista, la estudiante destacada de la Universidad Iberoamericana y la mujer que un día salió de su amada República Dominicana para soñar sin miedo y triunfar en grande.

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